La diglosia, concepto introducido por el sociolingüista suizo Jean Albert Lienhard en 1969, se refiere a una situación sociolingüística en la que una comunidad utiliza dos lenguas de manera diferenciada:
Lengua alta (L): Es la lengua que goza de mayor prestigio social y es empleada en ámbitos formales, como la educación, la administración pública, los medios de comunicación y la literatura.
Lengua baja (L'): Es la lengua que se utiliza en contextos informales, como la comunicación cotidiana, las relaciones familiares y la tradición oral.
Características de la diglosia:
Distribución funcional: Las dos lenguas tienen funciones sociales y comunicativas claramente diferenciadas.
Desigualdad de prestigio: La lengua alta tiene un mayor prestigio social que la lengua baja.
Habilidad bilingüe: Los hablantes de una comunidad diglósica son bilingües, dominando ambas lenguas en diferentes grados.
Estabilidad: La situación de diglosia suele ser relativamente estable a lo largo del tiempo.
Ejemplos de diglosia:
Perú: El español es la lengua alta, mientras que el quechua es la lengua baja en muchas comunidades rurales.
Paraguay: El español es la lengua alta, mientras que el guaraní es la lengua baja en gran parte de la población.
Cataluña: El español es la lengua alta, mientras que el catalán es la lengua baja en muchas regiones.
Importancia de la diglosia:
La diglosia es un fenómeno sociolingüístico importante que nos permite comprender la dinámica de las lenguas en contextos de contacto cultural.
Es un recordatorio de que las lenguas no son estáticas, sino que se encuentran en constante evolución y adaptación a las necesidades de las comunidades que las utilizan.
La diglosia es una situación sociolingüística compleja que refleja la distribución desigual del prestigio entre las lenguas y la división funcional que se establece entre ellas.
La comprensión de la diglosia es esencial para analizar la dinámica de las lenguas en contacto y para promover políticas lingüísticas que valoren la diversidad cultural.